AUTOR: Jorge Quispe
20 – 05 – 2022
COORDINACIÓN Y EDICIÓN WEB
CARLA HANNOVER
DISEÑO Y PROGRAMACIÓN
ENRIQUE CRUZ PUENTE
AUTOR: Jorge Quispe
20 – 05 – 2022
COORDINACIÓN Y EDICIÓN WEB:
CARLA HANNOVER
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Avícolas que contratan a niños infringen tres normas
Las granjas avícolas clandestinas que contratan a niños para pelar pollos, infringen la Constitución Política del Estado (CPE), el Código Niño Niña Adolescente (CNNA) y la Ley General del Trabajo.
Y si bien, el oficio del pelador de pollos no figura entre las 21 peores formas de explotación infantil en Bolivia y que el Estado se comprometió a eliminar tras la aprobación del Código Niño Niña Adolescente en 2014, los niños polleros están en Coroico, Caranavi y Chulumani, según admiten los mismos granjeros y autoridades municipales.
El Código Niño Niña Adolescente (CNNA) al referirse a la edad mínima para trabajar indica en su artículo 129 que excepcionalmente las Defensorías de la Niñez y Adolescencia, con el aval del Ministerio de Trabajo, podrán autorizar la actividad laboral por cuenta propia realizadas por menores de 10 a 14 años, y la actividad laboral por cuenta ajena de 12 a 14. “Siempre que ésta no menoscabe su derecho a la educación”. Cita además que esas actividades no deben ser peligrosas, insalubres o atentatorias a su dignidad.
En el caso de los Yungas, desde en el municipio de Coroico, Iván Rodrigo Sillo Vargas, responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia (DNA) y el Sistema Legal Integral Municipal (SLIM) da cuenta que de enero a agosto de 2021 emitieron dos autorizaciones para que dos menores trabajen y de agosto del año pasado a enero de 2022 emitieron uno. Desde su oficina a unos metros de la plaza principal de Coroico, Sillo confirma que fue pelador de pollos en su infancia, una actividad que realizaba ocasionalmente sin descuidar sus estudios.
Y en Chulumani, la responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, Antonia Cruz Nina, confirma que desde 2014, cuando se promulgó la Ley 548, nunca emitieron ninguna autorización.
Los granjeros avícolas clandestinos vulneran además el artículo 135 del CNNA que prohíbe, la actividad laboral o trabajo nocturno por parte de un menor de edad pasadas las diez de la noche. Diversas fuentes confirmaron a Página Siete que ese oficio se realiza pasadas esa hora y otros dicen que la jornada laboral se inicia a las dos o tres de la madrugada.
Por otro lado, el Art.136 de la misma norma señala que por su condición se prohíbe que un niño, niña o adolescente pueda trabajar en actividades agrícolas (siempre que no sea en el ámbito familiar o social comunitario y no sean tareas acordes a su desarrollo). En el caso de los polleros son contratados por granjeros es decir terceros o privados.
Sillo afirma que no recibieron denuncias sobre trabajo infantil en las granjas. “No hemos tenido la denuncia como tal, pero tenemos toda la obligación para poder apersonarnos y estamos predispuestos para hacer las investigaciones”. En Coroico hay 127 comunidades y según Sillo es complejo abarcar a todas. Desde Chulumani, Cruz, de la Defensoría de la Niñez, refrenda también que no recibieron denuncia sobre trabajo infantil en las granjas.
No obstante, Sillo admite que el número de granjas aumentó en los últimos años. “Necesitan mano de obra, van personas (adultas), pero también jovencitos, menores de edad (para ganar algo de dinero) por lo menos para sus pasajes”.
El pelado de pollos aumenta la deserción escolar en algunas regiones de Yungas
Después de pelar decenas de pollos desde las dos o tres de la madrugada en una granja clandestina, el cansancio desafía a los niños que en horas más deben asistir a la escuela. Algunos de ellos se duermen en clases y hay deserción escolar, aunque las autoridades de educación niegan aquello, no obstante varios se inscriben en el Centro de Educación Alternativa (CEA) cuya población de estudiantes creció en un 43%.
Otro dato. Magaly Durán, directora del colegio Guerrilleros Lanza, revela que la deserción escolar en ese establecimiento es real. “Sí, se ha dado deserción se podría decir en un 12% en ese promedio”, refrenda. Al trabajo de los adolescentes en los cocales se añade, el de repartidor de gaseosas, albañilería, pero también el oficio de pelador en las granjas avícolas añade la directora.
Y como ejemplo menciona que en 2021 cuando una adolescente de sexto de secundaria se embarazó luego se inscribió al CEA. “La menor era buena estudiante y abandonó el colegio cuando estaba a cuatro meses de salir en la promoción”, reseña la directora.
En otro caso, otra adolescente de secundaria que ayudaba en la crianza y la preparación de pollos en la granja de su padre junto a sus dos hermanos menores, dejó el colegio. “Le hacían trabajar además en la venta de pollos y los quehaceres de la casa. Era buena estudiante, pero abandonó el colegio a tres meses de salir en la promoción. Sus papás decían que les daban sus tiempos (a sus hijos para estudiar), pero se veía que no tenían ese tiempo y de eso tuvo conocimiento la Defensoría de la Niñez”, corrobora Durán desde la Dirección a unas cuadras de la plaza principal de Coroico.
Ante ello, Página Siete pregunta al maestro René Noya, del centenario colegio Félix Reyes Ortiz.
— ¿Es cierto que algunos estudiantes se duermen en clases?
— “(El caso) Se viene arrastrando hace tiempo y lo venimos analizando con los docentes. En el caso de los jóvenes, la mayoría de ellos (adolescentes) luego de las clases se van con los padres a cosechar la coca. En el caso de los niños, el problema son las granjas, porque acompañan a los papás en el pelado de pollos que frecuentemente se da en las noches o en las madrugadas”, sostiene el educador desde ese colegio.
Y si bien Noya admite que en muchos casos, la necesidad económica hace que ciertos niños se incorporen al pelado de pollos junto a sus padres, ratifica que algunos de ellos “llegan de sueño, no rinden o vienen directamente a dormir”.
La directora Durán confirma que algunos de sus alumnos también se duermen: “Estamos en secundaria, pero se dieron casos de desmayos de estudiantes que no han venido con la suficiente alimentación entonces están con desgano, desconcentración no son activos en la clase”, relata.
En los Yungas, los municipios de Coroico, Chulumani, Yanacachi, Caranavi, Irupana y La Asunta son los mayores productores de pollo en la región, un producto que intenta pelear el mercado paceño dominado por los productos de Santa Cruz y Cochabamba.
Rechazan que haya deserción
Uber Quispe Flores, responsable de apoyo técnico en Educación de la Alcaldía de Coroico, considera que no es cierto que exista deserción escolar en ese municipio. “Prácticamente luego de la pandemia (de Covid-19) ha crecido la población escolar. Antes de 2019, había 4.300 estudiantes ahora tenemos 4.600 estudiantes, porque retornaron de la ciudad”, confirma desde las oficinas de la Alcaldía.
No obstante corrobora que en las regiones yungueñas, los niños ayudan a sus padres en algunas labores y que de niño él fue un pelador de pollo. “Yo también iba a pelar pollos, subía a las cuatro de la mañana nos pagaban por pollo y eso me servía para mi recreo. (Junto a mis compañeros) Íbamos y nos ganábamos nuestro dinero”, relata. Quispe reivindica que pese a ello no dejó de estudiar hasta terminar sus estudios académicos en la universidad.
El responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia y el Sistema Legal Integral Municipal (SLIM) de Coroico, Iván Rodrigo Sillo Vargas, a tiempo de defender el trabajo que en el entorno familiar realizan los niños también confirmó que en su infancia también pelaba pollos.
Empero, algunos adolescentes que comienzan a trabajar con sus progenitores en la cosecha de coca o se casan muy jóvenes abandonan el sistema regular educativo y se inscriben al CEA. Félix Aliaga Yañez secretario de esa institución que se halla a 10 minutos de la plaza principal de Coroico revela que al menos en los últimos dos años, la población de estudiantes creció de 350 alumnos a 350. Aquello significa un crecimiento porcentual de 43%.
En el CEA, los estudiantes terminan la secundaria, pero además aprenden las carreras técnicas de gastronomía, contabilidad, belleza integral, mecánica automotriz y sistemas informáticos.
A ese centro asisten adolescentes desde los 15 años, aunque la mayor parte de los estudiantes es de 18 años para adelante. “Por temas económicos dejan el colegio y se inscriben al CEA, algunos se dedican a la cosecha de coca, a la construcción, pero también a las actividades avícolas”, expone Aliaga.
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