El sitio es “el gran escondite” de pueblos no contactados, pero ¿por cuánto tiempo más?
- Según un investigador, en el lugar habita una especie de serpiente que incluso puede ser nueva para la ciencia.
- Los árboles de abayoy, una especie muy característica de la zona, fueron muy afectados en los incendios de 2019 y 2021.
Crédito: Gabriel Díez / Página Siete Plus Investiga.
TEXTO, VIDEOS Y ELEMENTOS MULTIMEDIA
GABRIEL DÍEZ LACUNZA
24 – 06 – 2022
DISEÑO
LOREN CARRI H.
EDICIÓN Y COORDINACIÓN GENERAL
CARLA HANNOVER
PROGRAMACIÓN
ENRIQUE CRUZ PUENTE
TEXTO, VIDEOS Y ELEMENTO MULTIMEDIA
GABRIEL DÍEZ LACUNZA
24 – 06 – 2022
DISEÑO:
LOREN CARRI H.
EDICIÓN Y COORDINACIÓN GENERAL:
CARLA HANNOVER
PROGRAMACIÓN:
ENRIQUE CRUZ PUENTE
Ñembi Guasu en guaraní. El gran escondite en castellano. ¿Por cuánto tiempo? El fuego amenaza. Los asentamientos humanos acechan. Se sabe que hay más de 341 especies de animales que comparten este conjunto de 12 ecosistemas. También que una porción importante de los árboles del lugar son de la especie abayoy, típica de la zona y, además, que en medio de esos parajes habitan y transitan miembros del pueblo indígena ayoreo en aislamiento voluntario. ¿Por cuánto tiempo más podrá ser ese gran escondite?
“Hay un testimonio del mes de marzo de este año de haber sido avistada una familia de personas ayoreas. Estamos hablando de al norte del parque Otuquis, dentro del ANMI San Matías y dentro del territorio indígena ayoreo Rincón del Tigre, frontera con el Brasil”, cuenta a Página Siete Plus el abogado y director de Oré, Leonardo Tamburini. ¿Por qué están lejos de Ñembi Guasu? Se trata de grupos humanos en movimiento constante que tienen recorridos largos dependiendo la escasez o abundancia de recursos. Pero hay una respuesta más.
“Creemos que el avistamiento en lugares tan alejados de lugares como el Ñembi Guasu, el Otuquis o, el Kaa Iya, refieren a que no están pudiendo acceder al agua ni a melear abejas señoritas porque se han quemado los árboles donde éstas anidan, así como la cacería de fauna silvestre, sobre todo la terrestre que es la que más consumen, como la tortuga”, explica Tamburini.
En 2012 se estableció una franja que va desde el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Kaa-Iya del Gran Chaco y el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Pantanal de Otuquis; en medio estaba lo que en 2019 se consolidaría como la parte sur de Ñembi Guasu. El área identificada era de 536.568 hectáreas. El objetivo era elaborar un Estudio Técnico Multidisciplinario para identificar la presencia de grupos ayoreos en situación de aislamiento voluntario, determinar mecanismos que garanticen la decisión de permanecer no contactados y elaborar una estrategia de protección.
La franja y el estudio fueron estipulados en el Decreto Supremo 1286 de 4 de julio de 2012. Hasta el momento no se tiene noticia de que se hubiera hecho esa investigación por parte del Estado. El 24 de mayo de 2022 este medio solicitó esa información al ministerio de Desarrollo Rural y Tierras —pues el Viceministerio de Tierras figura en el decreto como encargado de su elaboración con otras tres instancias— y hasta el cierre de edición no se obtuvo respuesta.
“Nunca se hicieron los estudios ordenados por el decreto y tampoco se implementaron medidas”. La afirmación corresponde a un artículo titulado “Los ayoreo: los últimos aislados fuera de la Amazonía” y publicado el 13 de julio de 2021 en la web del Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).
Este letrero quedó destrozado por el fuego. Decía: “AIOC CHARAGUA IYAMBAE. Zona de vida indígenas aislados. NO CONTACTARLOS NI ACERCARSE Art. 31 CPE”.
Fotos: Gabriel Díez.
Con las amenazas latentes y reales de los incendios, asentamientos humanos y desmontes, este gran escondite de los ayoreos aislados voluntariamente, está en riesgo. “Dependen de manera directa y exclusiva de los bosques, del buen estado de conservación de estos bosques”, explica Tamburini. El artículo 31 de la Constitución Política del Estado marca que los pueblos indígenas en aislamiento voluntario “serán protegidos y respetados en sus formas de vida”.
Para Tamburini esa protección debería empezar por preservar sus áreas de tránsito, lo cual, a su entender, no se cumple en la actualidad por una serie de factores. Enlista lo que sucede no solo en Ñembi Guasu: la expansión de la frontera agrícola, la realización de actividades mineras, exploración petrolera, actividad ganadera de escala del lado paraguayo, boliviano y brasileño. “Estos factores hacen que las áreas protegidas nacionales y subnacionales, como es el caso de Ñembi Guasu, se constituyan en los últimos refugios de estos grupos”, concluye el investigador.
Un refugio hecho de abayoy
Después del incendio de 2019 sólo quedaron árboles muertos, en pie, quemados. Es el recuerdo de más de una persona y es algo completamente verificable. Se refieren, más que todo, a la especie de árboles abayoy que crecen en superficies arenosas, algo poco común. “Hay grandes extensiones en Ñembi Guasu que ya solo son arena”, cuenta el investigador Marco Aurelio Pinto.
El abayoy es uno de los 12 ecosistemas de Ñembi Guasu que está justo en el margen de transición entre el Chaco y la Chiquitanía. El biólogo Juan Carlos Catari, quien estudió el lugar, cuenta que se trata de uno de los hábitats de los ayoreos en aislamiento voluntario. El equilibrio ecológico y climático, explica, es muy importante para estas personas que viven del monte y de los árboles. El abayoy, al estar sobre un suelo arenoso y xérico, seco, es muy frágil y su recuperación tras los incendios de 2019 y 2021 puede tardar demasiado, décadas e incluso ochenta años, comenta Pinto. Entonces, uno de los hogares y sitios de descanso de este pueblo está en peligro de desaparecer en caso de un nuevo incendio.
¿Una nueva especie de serpiente?
Mientras trabajaba la línea de base de Ñembi Guasu, Pinto se topó en 2019 con una especie de serpiente venenosa, del género Bothrops, que podría ser incluso nueva para la ciencia. “De ser el caso, sería una especie endémica, por ahora, del Ñembi Guasu…”, explica este investigador desde su oficina ubicada en el primer piso del Museo de Historia Natural Noel Kempf Mercado de la ciudad de Santa Cruz.
Dada su experiencia, no descarta que existan otras especies nuevas de otros reptiles para Bolivia. Es decir, que estén dentro de la catalogación de existencia en países como Paraguay, Argentina o Brasil, pero que aún no se las haya inventariado en Bolivia. “El Abayoy se constituye en un ecosistema de gran interés para la conservación de reptiles poco comunes en la región”, dice el Estudio de Biodiversidad en el Área de Importancia Ecológica Nación Guaraní Charagua Iyambae en el que trabajaron Catari y Pinto junto con otros ocho investigadores.
Según información recopilada por Fundación Nativa —organización que coadyuvó para que Ñembi Guasu se consolide como área de conservación e importancia ecológica— dentro de este territorio existen al menos 46 especies de mamíferos que están con categoría de amenazas de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Entre estos están el chancho solitario, en peligro, y el oso bandera, el chancho trapero, el pejichi, el jaguar, el anta y el taitetú como vulnerables.
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