El rastro de sicarios y narcos caídos que revela la presencia de la mafia de los Balcanes en Bolivia
Autor
CARLOS QUISBERT
27 – 02 – 2023
DISEÑO
ANAHÍ ESCOBAR
EDITORA WEB Y DE CONTENIDOS
CARLA HANNOVER
PROGRAMACIÓN
ENRIQUE CRUZ PUENTE
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Pese a los reportes de medios internacionales, los pedidos de captura de la Interpol y los antecedentes confirmados, en Bolivia, la Fiscalía y la Policía no tiene identificados a los miembros de la mafia de los Balcanes.
Sentado frente a uno de los computadores de un estrecho centro de internet en Santa Cruz de la Sierra, el serbio Goran Popovic, prontuariado exmilitar “boina roja”, que como parte de la mafia de los Balcanes tenía una orden de captura internacional por narcotráfico, no alcanzó a ver el rostro ni la delgada y desaliñada figura del sicario boliviano que se le acercó por la espalda y con aparente serenidad le disparó tres veces en el cráneo.
Solo instantes después de perpetrado el crimen, aproximadamente a las 13:30 de aquel 14 de julio de 2014, daría inicio una investigación que sin proponérselo terminaría por revelar que miembros de la estructura del “Grupo América” ―una facción relevante de la mafia de los Balcanes que desde 2008 trafica droga de América del Sur hacia Europa―, ya llevaba años instalada en Bolivia.
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El principal sospechoso, señalado como el autor intelectual de aquel asesinato, fue presentado casi cuatro meses después. Se trataba del boliviano Leonardo Vaca Diez Gentile, quien ya tenía un proceso pendiente por homicidio y cerca de una decena de antecedentes por tráfico de drogas, secuestro, robo, agresiones y estafa. ¿El móvil? Evadir el pago de una deuda de 140.000 dólares que tenía con Popovic y su organización criminal, según la declaración del chofer del serbio y claro, versión rechazada por Vaca Diez.
Reporte sobre la aprehensión de Leonardo Vaca Diez Gentile, imputado como autor intelectual del asesinato de Goran Popovic, en 2014.
El rastro de sangre inició en Perú
Pero, aquel rastro de sangre que delató la presencia del “Grupo América” en el país no inició en tierras cruceñas, sino al otro lado de la frontera, ocho días antes, en el residencial barrio de Miraflores en Perú. Allí, el 6 de julio de 2014, Frederick Goran Stavric, otro avezado criminal con más de 20 años de carrera delictiva, fue muerto mientras comía en la mesa de un McDonald’s.
El dato llamativo de ese primer crimen en Perú, es que el líder del grupo de tres sicarios identificados era el boliviano Diego Rivera Landivar, quien también sorprendió a su víctima por la espalda y le disparó cinco veces. Una serie de reportes oficiales e información de medios serbios revelaron que ambas muertes estaban ligadas, pero ante la falta de una investigación coordinada entre las fuerzas policiales de los países afectados surgieron dos hipótesis sobre los móviles de ambos sicarios.
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Las dos hipótesis
La primera teoría apuntaba a una deuda y la guerra iniciada entre cárteles colombianos y la mafia de los Balcanes, esto motivado por el control del territorio y el negocio del envío de droga sudamericana hacia Europa.
La segunda teoría era un ajuste de cuentas interno entre los miembros de la mafia de los Balcanes, quienes días antes del asesinato de Stavric perdieron tres toneladas de droga boliviana, valuada en 60 millones de dólares, en un operativo de la Policía de Chile. Ambos asesinatos, considerados como un castigo ejemplar por perder ese cargamento, fueron atribuidos a Darko Saric, considerado el “Chapo Guzmán de los Balcanes” y señalado como el segundo hombre en la estructura de poder del “Grupo América”.
Darko Saric: Capturan al narcotraficante más buscado de los Balcanes (2014)
Sin embargo, pese a la cantidad de reportes internacionales, tanto de la Interpol como de organismos de seguridad internacionales, autoridades del Gobierno de Serbia y medios de prensa especializados, en Bolivia los grupos de la mafia de los Balcanes y el “Grupo América” lograron mantenerse fuera del radar de la justicia y no figuran en los informes de las fuerzas de inteligencia antidrogas o la Fiscalía boliviana.
Los nexos
En la escena del crimen, dentro del estrecho café internet de la avenida Tomás Lezo, en Santa Cruz, aquel 14 de julio, además de las grabaciones de las cámaras de vigilancia, los datos de los atemorizados testigos y el cuerpo de Popovic, la Policía colectó una cédula de identidad boliviana, por la que por unos días se presumió que la víctima era un connacional de nombre, David Etérovic Melgar.
Sin embargo, 10 días después ―mientras el cadáver aún permanecía en la morgue sin nadie que lo reclame―, luego de la comparación de las huellas dactilares, autoridades de Croacia y Serbia confirmaron que la víctima del sicario boliviano era Goran Popovic, nacido en Croacia en 1974 y nacionalizado en Serbia; avezado delincuente internacional que como primer antecedente tenía el haber sido parte del grupo paramilitar “Guardia Voluntaria”, dirigido por el político Zeljko Raznatovic Arkan, este último sentenciado por crímenes de lesa humanidad el año 2000.
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Tiempo después, Goran y su hermano, Zoran Popovic, en 2001, participaron del secuestro de un empresario serbio, hecho por el cual fueron detenidos y condenados a seis años de cárcel, pero ambos lograron escapar de prisión cuatro años después. Según los reportes de medios de ese país, los hermanos Popovic se mantuvieron ocultos en Croacia y en 2009 solo se logró la recaptura de Zoran.
En cambio, Goran Popovic dejó un rastro delictivo que terminó con su muerte en Santa Cruz. Ligado al tráfico de armas y de drogas desde América del Sur hacia Europa, como parte de la mafia de los Balcanes, la última vez que se tuvo un reporte oficial de él, en Europa, fue en 2011, cuando se lo relacionó al tráfico de 170 kilos de droga en Tesalónica, Grecia, caso por el cual la Interpol emitió la orden de captura internacional.
Posteriormente, los datos de las autoridades serbias señalan que logró huir a América del Sur, donde se movía con facilidad entre Argentina, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Brasil. De allí surge el nexo con Darko Saric, quien en 2018 fue extraditado de Perú a Serbia donde, gracias al poder económico que ostenta, logró salir de la cárcel y mantener una lucha judicial que terminó con una condena de 15 años por narcotráfico internacional.
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