AUTOR
SERGIO MENDOZA REYES
09 – 12 – 2022
ILUSTRACIONES
ABEL BELLIDO CÓRDOVA (ABECOR)
EDITORA WEB Y DE CONTENIDOS
CARLA HANNOVER
PROGRAMACIÓN
ENRIQUE CRUZ PUENTE
autor
SERGIO MENDOZA REYES
09 – 12 – 2022
ILUSTRACIONES:
ABEL BELLIDO CÓRDOVA (ABECOR)
EDITORA WEB Y DE CONTENIDOS:
CARLA HANNOVER
PROGRAMACIÓN:
ENRIQUE CRUZ PUENTE
Los textos de historia repartidos entre los estudiantes bolivianos tienen especial interés en contar lo sucedido en las elecciones presidenciales de 2019. En ese sentido, se afirma que la victoria de Evo Morales “era inminente” y que las protestas organizadas por la oposición se debieron a un “incidente” en el conteo de votos. De esa forma, se refuerza la idea de que en 2019 se gestó un Golpe de Estado.
Con todo, los autores o responsables de la publicación de estos textos escolares incurren en algunas contradicciones. En el libro de historia publicado y repartido en 2021 -en la página 170 para ser más preciso- se incluye de forma textual una recomendación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) en la que se llama a “apoyar y acompañar iniciativas de la sociedad civil sin imponer versiones únicas de los hechos”.
Los representantes del GIEI llegaron al país entre diciembre del 2020 y enero del 2021 para elaborar un informe sobre las violaciones de derechos humanos ocurridas en aquellos días convulsos y sombríos después de que Evo Morales dejó el país tras su renuncia y Jeanine Añez asumió el poder.
Miles de personas en un cabildo de protesta realizado en 2019, en La Paz.
Foto: APG.
Pero, la recomendación del GIEI sólo se quedó en el papel porque en realidad el actual Gobierno está empeñado en posicionar una sola versión de los hechos: la suya. Por esta razón, no es sorpresa que ese mismo discurso también se haya plasmado en los textos escolares o que se escuche continuamente en los discursos públicos del presidente Luis Arce, que lo que ocurrió en noviembre del 2019 fue “un golpe de Estado de la derecha”. Esta frase se convirtió en este tiempo en una especie de mantra para todos los líderes de su partido.
En las páginas 167 y 168 del Texto de Aprendizaje Sexto Año de Escolaridad 3er Trimestre 2021, por ejemplo, se habla de un “supuesto” fraude electoral que en realidad para las autoridades y autores de estos textos no fue más que “un incidente en el conteo preliminar de los votos”. Este “incidente”, detalla el texto, generó una movilización “de la oposición política en el país” que carecía de sentido, pues la victoria de Evo Morales en las elecciones del 2019 estaba asegurada. “La discordia se encontraba, en consecuencia, en el margen con el que el MAS ganaría las elecciones y no así en el hecho mismo de cuestionar su triunfo, que estaba ya consumado”, se lee.
En ese texto no encontré nada sobre lo que sucedió luego de la dimisión de Morales, como la renuncia consecutiva, en octubre de 2019, de las principales autoridades del MAS en la cadena de sucesión constitucional (el vicepresidente Álvaro García Linera, la presidenta del Senado Adriana Salvatierra, y el presidente de la Cámara de Diputados Víctor Borda, además de ministros y otros altos funcionarios que abandonaron la nave).
Tampoco se narra sobre la violencia desencadenada por sectores afines a Evo Morales, luego de que éste dejara el país o de las consignas que se escuchaban por entonces como el popular estribillo “¡Ahora sí! ¡Guerra civil!”, o de la participación de altas autoridades del MAS en las reuniones en la Universidad Católica Boliviana (UCB).
Capturas de El Deber (10/11/2019) y Los Tiempos (13/12/2019)
Sí se alude -en la página 305 del Texto de Aprendizaje Sexto Año de Secundaria 3er Trimestre 2022- que las movilizaciones contra Evo Morales iniciaron “bajo la consigna del 21F”, pero no se da ninguna información sobre lo que fue el 21F: un referéndum en el que el No a la reelección de Morales -vía modificación de la Constitución Política del Estado (CPE)- se impuso con el 51,3% de los votos.
Aunque desde el Ministerio de Educación nunca se respondió sobre la ausencia de estos acontecimientos, el exministro Roberto Aguilar manifestó que algunos de ellos serían “hechos históricos interpretados” desde “una de las visiones que tiene el país”. Desde su punto de vista “la historia tiene complejidades en ser reconstruida”.
Se descarta que hubiera un “supuesto fraude electoral” y se utiliza como un rotundo argumento de esto el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) para resaltar que el mismo “nunca hizo mención de esta irregularidad”. Sin embargo, de nuevo, no se indica que el informe de la OEA identificó “acciones deliberadas que buscaron manipular los resultados de la elección” y “graves irregularidades que causaron serias vulneraciones en la integridad del resultado electoral”.
Los textos escolares públicos hacen énfasis en que el presidente Evo Morales renunció “luego de que el comandante del Ejército, Williams Kalimán, se sumara al pedido de renuncia”. No se indica que esta fue una demanda de gran parte de la población y de diversas autoridades, entre las que estuvieron también afines del MAS como el entonces máximo ejecutivo de la COB, Nelson Huarachi, y la defensora del Pueblo, Nadia Cruz. Por otro lado, Morales mismo reconoció que ya había decidido renunciar antes de que Kalimán se lo sugiriera.
La reunión en la UCB en la que participaron Adriana Salvatierra y Susana Rivero (centro), el 11 de noviembre de 2019.
Foto: Archivo Página Siete.
Sobre las reuniones en la Universidad Católica Boliviana (UCB), donde participaron líderes de la oposición y del MAS, en el texto de 2022 se nombra entre los presentes sólo al “embajador de Brasil como representante de los intereses norteamericanos y del gobierno de Bolsonaro, Tuto Quiroga, Fernando Camacho, Waldo Albarracín por el Conade y miembros de la Iglesia Católica”. En la página 307, se señala que es a raíz de esa reunión que “sale el nombre de la senadora Jeanine Añez (quien) termina auto-proclamándose presidenta”.
Lo que no se cuenta es que en aquellas reuniones también estuvieron representantes de Evo Morales, como Teresa Morales, quien era directora de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF); Adriana Salvatierra, que acababa de renunciar a la presidencia del Senado; y la exdiputada Susana Rivero.
“Un oficial del Ejército le coloca a la autoproclamada Añez la banda presidencial en una clara muestra simbólica del Golpe de Estado que se estaba protagonizando”, concluye el texto escolar.
Más adelante se proponen ejercicios que refuerzan, en la mente de los estudiantes, esa versión de la historia: “Grabamos un relato sobre cómo vivieron nuestros padres o nosotros mismos este momento histórico y cómo llegamos a recuperar la democracia”.
Una mirada oficial y sin miradas alternas
Para la investigadora y docente de Historia, María Luisa Soux, esto es un adoctrinamiento. El término en la definición de la Real Academia de la Lengua Española hace referencia a la acción de “inculcar a alguien determinadas ideas y creencias”. “Es un rasgo característico de gobiernos totalitarios”, señala la experta, quien recordó que métodos similares se aplicaron en la época del Partido Nacionalista Obrero Alemán liderado por Adolfo Hitler (fundado en1920); y la del Partido Comunista de Joseph Stalin (fundado en 1912).
Desde 1920, el nazismo volcó sus esfuerzos en la juventud, principalmente en los colegios y en una organización denominada “Juventudes Hitlerianas”, para inculcarles la visión nacionalsocialista del mundo. Una de sus herramientas fueron los textos escolares que propagaban ideas racistas y exaltaban la figura de su máximo líder.
En el caso del Partido Comunista en la Unión Soviética, el teórico Orlando Figes, en su libro Los susurradores, escribió que “los niños, como la cera blanda, son muy maleables y deben ser moldeados en buenos comunistas”.
El adoctrinamiento en las escuelas no quedó únicamente en los inicios del Siglo XX, explicó Soux, sino que se extendió al inicio del nuestro (XXI) con uno de los aliados favoritos del Gobierno boliviano: Venezuela. Allí, el Partido Socialista Unido de Hugo Chávez, hoy representado por Nicolás Maduro, practicó y practica el adoctrinamiento en sus colegios.
“Esto es algo característico de los Estados hegemónicos. Buscan construir una verdad oficial y sólo admiten su propia verdad y no miradas alternas, eso es adoctrinamiento. Así se minimiza el rol de la verdadera educación”, resaltó Soux.
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